LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA LECCIÓN:
Juan 20:1-21:25.
PENSAMIENTO CLAVE: La
resurrección de Jesús proporciona la seguridad de que las afirmaciones
de Jesús son verdaderas y constituye una parábola viviente del gran
poder de Dios en nuestras vidas hoy.
EL PODER DE LA RESURRECCIÓN
ES REAL. Juan 20 nos lleva a un punto crucial en el Evangelio de
Juan. En un sentido, parece que la historia concluyó con la muerte de
Jesús en la cruz (ver Juan 19:30).
Pero, en otro sentido, la
historia no se terminó allí. No habría iglesia cristiana si Jesús
hubiese permanecido en la tumba. La resurrección de Jesús transforma
la aparente derrota en una victoria. La resurrección es un poderoso
acto de Dios de la misma importancia que el de la creación y el del Éxodo.
El Nuevo Testamento registra once
apariciones separadas de Jesús después de la resurrección, cuatro de
las cuales están registradas en los capítulos 20 y 21 del Evangelio de
Juan; tres de ellas están en el capítulo 20 (20:10-18,19-23,24-29). Y,
tal vez, el mensaje más importante aquí es el que se ha visto a lo
largo de todo el Evangelio: una experiencia cristiana verdadera no se
obtiene por ver o tocar a Jesús, sino por creer en sus palabras, ya sea
que hayan sido habladas cuando estuvo en la carne, o que se encuentren
en los testimonios escritos de sus discípulos.
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EN LA TUMBA (Juan 20:1-18).
Los muchos testigos de la resurrección
de Jesús ayudan a asegurarnos que los informes de la resurrección no
fueron inventados por los discípulos para no sentirse avergonzados.
Mientras estos testigos vivieron, sus historias podían compararse y
verificarse (Lúe. 1:1-4).
Sin embargo, para la segunda
generación, la mayor evidencia de la resurrección de Jesús fue la
tumba vacía. La tumba vacía es la característica central de este
Evangelio. En realidad, dadas las circunstancias, el hecho de que la
tumba estuviera vacía era muy difícil de comprender a menos que Jesús,
en realidad, hubiera sido levantado de los muertos. ¿Vinieron los
enemigos de Jesús a sacar su cuerpo de la tumba? ¿Robaron los discípulos
su cuerpo con el fin de crear la ilusión de una resurrección? Veremos
en la sección "de mañana que ninguna de estas hipótesis tiene
sentido. La mejor explicación de la tumba vacía (a menos que estemos
predispuestos a negar la posibilidad de la resurrección) es que, en
realidad, Jesús se levantó de los muertos.
Lee en Juan 20:3-10 el informe de
los dos primeros discípulos que llegaron a la tumba. Concéntrate
principalmente en el versículo 9. ¿Cómo es que no pudieron comprender
eso, especialmente después de todo lo que Jesús les había dicho
acerca de su resurrección? Ver Mat. 12:40; 27:63; Mar. 9:30-32;
10:32-34; Juan 2:19.
¿De qué modo María Magdalena
comprendió el hecho de que la tumba estuviera vacía al comienzo, y cómo
llegó a reconocer que Jesús estaba vivo? Juan 20:10-16.
Para la siguiente generación de
cristianos, el mensaje de esa breve escena entre Jesús y María ha sido
muy poderoso. Aunque María estaba en la presencia personal de Jesús,
sus ojos se encontraban tan cegados por las lágrimas que no tenía idea
de quién era la persona con la que estaba. Su presencia física no le
fue útil hasta que ella prestó atención a sus palabras. Nosotros
también tenemos esa palabra mediante el Evangelio de Juan.
Considera la reacción inicial de
quienes encontraron la tumba vacía. A pesar de todo lo que Jesús les
había enseñado, todos pensaron que había una explicación natural:
alguien habría robado su cuerpo. Con la cantidad de hechos
sobrenaturales que habían visto en su relación con Jesús, su primera
reacción fue la duda y el escepticismo. ¿Qué lección podemos
aprender de esto para nosotros mismos?
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EN EL APOSENTO ALTO (Juan
20:19-29).
¿De qué modo supo el resto de los
discípulos que Jesús había sido levantado de los muertos? Juan 20:19,
20. ¿Cómo lo supo Tomás? Juan 20:24-29.
¿Qué revela la reacción de ellos
acerca de su fe? ¿Tenían ellos realmente "fe" antes de verlo,
como nosotros entendemos la fe? ¿Cuánta fe hace falta para creer en lo
que ves, escuchas, cuentas y tocas?
La primera generación de
cristianos fue muy lenta en creer, a pesar de la evidencia de la tumba
vacía y del testimonio de María. Todos tuvieron que ver a Jesús por sí
mismos antes de que pudieran abandonar otras explicaciones para la tumba
vacía. Sólo el discípulo amado creyó sin ver primero a Jesús (Juan
20:8), representando esa clase de fe que la segunda generación tendría
que ejercer y que Jesús bendeciría.
Lee Juan 20:29. ¿Qué está
queriendo significar Jesús aquí, y qué significa para nosotros hoy?
¿Está pidiéndonos Jesús que tengamos una fe "ciega"?
Explica tu respuesta.
¿De qué manera la tumba quedó
vacía? Ciertamente, los enemigos de Jesús no tenían ningún motivo
para quitar su cuerpo de la tumba; y si lo hubieran hecho, ¿por qué no
presentaron su cuerpo para demostrar que realmente no había resucitado?
Es igualmente claro que los discípulos
no tenían ni la capacidad ni la intención de robar el cuerpo de Jesús.
El hecho cierto es que los discípulos no creyeron que Jesús permitiría
que lo mataran, a pesar de sus repetidas declaraciones de lo que le
esperaba. Sobre todo, si los discípulos hubieran robado el cuerpo de
Jesús, su conducta posterior es totalmente inexplicable. ¿Quién de
ellos hubiera soportado el ridículo, la tortura y la muerte por un
acontecimiento que nunca ocurrió?
De este modo, el Señor nos ha
dado evidencia racional e histórica, además del claro testimonio de la
Biblia, para ayudarnos a creer en la resurrección de Cristo. Y si Jesús
se levantó de los muertos, ningún otro milagro es imposible. Cualquier
cosa que podamos pedirle a él puede ser hecha si está de acuerdo con
su voluntad. Nuestra propia resurrección también está garantizada por
la certeza de la suya. El mismo poder divino que levantó a Jesús de
los muertos puede darnos vida y curación, aun en las situaciones
humanas más desesperantes.
¿Quién no ha tenido, en su
caminar con Dios, en algún momento, una lucha en cuanto a la fe? ¿De
qué modo el concentrarnos en la cruz y en la resurrección puede
fortalecer nuestra fe?
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EL PODER DE SU RESURRECCIÓN
(Juan 2:22; 7:37-39; 12:16).
¿Cuáles fueron algunas de las
cosas que les ocurrieron a los discí-pulos como resultado de la
resurrección de Jesús? Juan 2:22; 7:37-39; 12:16.
Pablo quiso "conocer a
Cristo [y] experimentar el poder que se mani-festó en su resurrección"
(Fil. 3:10, NVE). La resurrección de Jesús fue uno de los
acontecimientos más majestuosos de todos los tiempos. Con toda nuestra
ciencia y tecnología, todavía no tenernos ningún indicio de cómo
hacer para dar vida a los muertos. Cualquiera que tuviera el poder de
levantar a los muertos (pensaríamos) tendría el poder de realizar
cualquier otra cosa que la raza humana pudiera necesitar.
" En el centro de la fe
cristiana está el testimonio del Nuevo Testamento de que Jesús resucitó
de los muertos. Desde entonces, el poder de la resurrección de Jesús
ha llegado a ser la base de los poderosos actos de Dios en las vidas de
los cristianos (2 Cor. 5:14-17). También es el fundamento del poder
ilimitado en las vidas de los cristianos de hoy. ¿Por qué, entonces,
estos "poderes ilimitados" son tan invisibles en muchas
iglesias actuales? ¿Por qué es tan difícil ver la poderosa mano de
Dios en un mundo secular?
Uno de los principales temas del
Antiguo Testamento tiene que ver con recordar y olvidar. Siempre que los
israelitas olvidaban los poderosos hechos que Dios había hecho en favor
de ellos, perdían el sentido de su poder y presencia. Cuando se
acordaban de lo que él había hecho por ellos en lo pasado, el poder
del acto original era reactivado en sus vidas. De hecho, la esencia
misma de la vida espiritual del Antiguo Testamento era repasar los
poderosos hechos de Dios en su historia pasada.
Lee Deuteronomio 26:1-12. ¿De qué
modo estos versículos revelan la importancia de recordar la forma en
que Dios actuó en el pasado? Ver también Sal. 66:1-6; 78:1-55.
Ciertamente, cuando los
israelitas relataban los poderosos hechos de Dios en su historia pasada,
el poder del hecho original era liberado otra vez en su experiencia (2
Crón. 20:1-30).
Lo que fue cierto en los tiempos
del Antiguo Testamento es cierto también en los del Nuevo Testamento.
El hecho más poderoso de Dios es lo que hizo en la cruz y en la
resurrección de Jesús. Hay poder en la constante repetición del
evento de Cristo. Por esto, compartir la fe es tan esencial para la
experiencia cristiana. Donde no se repite la historia de los poderosos
actos de Dios, no hay poder. Pero contar lo que Dios ha hecho produce
reavivamiento y reforma. ¡El poder de la resurrección transforma una
religión formal en una religión viva y poderosa!
En tu caminar con el Señor,
repasar los actos de Dios en tu historia pasada ¿te ha ayudado a
fortalecer tu fe?
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FUERON A PESCAR (Juan 21:1-14).
Lee Juan 21:1-11. ¿Qué hace que
este hecho simbolice tan apropiadamente lo que Jesús quería que
hicieran después de su partida (ver especialmente el vers. 11)? Compara
este informe con Lucas 5:1-10, particularmente el versículo 10.
Con frecuencia, se describe a
Juan 21 como el epílogo del cuarto Evangelio, porque aparece después
del pasaje que pareciera ser la conclusión del Evangelio Guan 20:30,
31). Juan 21 cuenta la historia de cómo los discí-pulos se encontraron
con Jesús en Galilea después de su resurrección. Jesús les
proporcionó una pesca enorme (vers. 1-6), les preparó el desayuno (vers.
7-14) y luego sostuvo una seria conversación con Pedro en la playa (vers.
15-23).
La impresión que obtenemos,
particularmente en el Evangelio de Juan, es que las apariciones de Jesús
posteriores a la resurrección fueron ocasionales y un tanto
inesperadas. Tanto María, los diez discípulos, Tomás y ahora siete
discípulos, todos se asombraron por lo repentino de las apariciones de
Jesús. En un sentido real, el ministerio de Jesús en favor de sus discípulos
se completó en el aposento alto (Juan 13-17). Él les dice muy pocas
cosas después de su resurrección, por lo menos que se haya registrado.
El propósito de estas apariciones, tal vez, no fue tanto enseñarles
sino certificar la realidad de su resurrección.
¿Qué había estado haciendo Jesús
en la orilla? Juan 21:9-13. ¿Qué significado espiritual puedes
encontrar en la invitación de Jesús a desayunar con él?
Pareciera que el desayuno de esa
mañana fue bastante silencioso (ver también Elena G. de White, El
Deseado de todas las gentes, pp. 750, 751). Los discípulos parecían no
comprender la conducta de Jesús desde la reunión en el aposento alto.
En ese día experimentaron la misma incertidumbre que la segunda
generación de cristianos experimentaría en relación con la muerte del
discípulo amado. Los discípulos estaban en presencia de Jesús en la
carne y, sin embargo, su presencia física parece no haberles ofrecido
ninguna ventaja. Sólo la venida del Espíritu les proporcionaría una
seguridad sólida y demostraría ser igualmente efectiva, tanto para la
primera como para la segunda generación.
Imagínate estar en la presencia
de Jesús ¡y que esto no te ofrezca ninguna ventaja! Eso podría
ocurrir si alguien permitiera que la religión formal, los credos, las
reglas, las doctrinas, dominaran su vida religiosa sin una experiencia
viva con el Señor. ¿Qué lección hay en esto para nosotros?
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PEDRO ES ACEPTADO OTRA VEZ (Juan
21:15-23).
Lee el diálogo entre Jesús y Pedro
registrado en Juan 21:15-17. Compáralo con lo que ocurrió en Lucas
22:55-62. ¿Qué estaba haciendo aquí Jesús con Pedro?
Los versículos 15 al 17
describen una triple repetición de una pregunta, su respuesta y la
reacción. Este enfoque podría parecer un tanto grosero de parte de Jesús.
Su efecto es probar a Pedro hasta las profundidades de su ser, al costo
de un considerable dolor. La confianza propia de Pedro fue gradualmente
erosionada, hasta que no quedó nada de ella, sino la certeza de que Jesús
conocía su corazón y sería equitativo en sus juicios.
Hay algo en el dolor, la pérdida,
la pobreza y la angustia emocional que lleva a las personas a la situación
donde es posible que consigan mayores ganancias en el desarrollo
espiritual. Y a veces, como en el caso de Pedro, el autor de ese dolor
es Jesús mismo quien, como un cirujano amante, hiere de modo que pueda
haber sanidad. Jesús no se conforma con respuestas rápidas y
superficiales. Él insiste en llegar hasta los verdaderos sentimientos y
motivos de aquellos a quienes ama.
La experiencia de Pedro muestra
que cualquier relación con Jesús podrá tener altos y bajos. ¿Qué
quisiera Jesús que hiciésemos cuando caemos? ¿Cómo podemos saber que
somos aceptados a pesar de lo que dijimos, pensamos o hicimos?
1. Conoce al Dios con el que
tratas. ¡Dios ama a los pecadores! Esto no significa que el pecado no
tiene relevancia, sino que no importa lo que hayas hecho en el pasado,
puedes comenzar hoy de nuevo. ¡En los precisos momentos cuando te
sientes peor es cuando tienes el mayor derecho a su misericordia!
2. Di la verdad acerca Ae ti
mismo. La Biblia llama a esto confesión. La confesión es sencillamente
afrontar la realidad y ser honesto con Dios acerca de ello. La confesión
puede ser difícil porque nuestra naturaleza se rebela contra esto, pero
si nos cimentarnos en el valor que alcanzamos al pie de la cruz, esa
confesión será menos dolorosa que las consecuencias que sufriremos al
no confesar.
3. Pide perdón. "Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). Dios no nos
exige una lista completa de condiciones antes de disponerse a perdonar;
las condiciones ya fueron satisfechas en Jesucristo.
4. Toma la decisión de abandonar
ese pecado para siempre. ¿Cómo puedes hacerlo si muchos de los pecados
parecen tan atrayentes? Evalúa por adelantado todas las consecuencias
que te sobrevendrán por continuar en el pecado. Lee la lista cada vez
que te sientas tentado.
Haz un inventario espiritual de
ti mismo, basado en los cuatro pasos indicados arriba. ¿Cómo te fue?
¿Fue mejor con algunos pasos que con otros? ¿Qué cambios tienes que
hacer en tu propia vida?
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PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: "Jesús
había intentado varias veces descorrer el velo del futuro ante sus discípulos,
pero ellos no se habían interesado en pensar en las cosas que él decía.
Por causa de esto, su muerte los había sorprendido; y ellos, al
recapitular el pasado y ver el resultado de su incredulidad, se llenaron
de tristeza. Cuando Cristo fue crucificado, no creyeron que resucitaría.
Él les había dicho claramente que se levantaría al tercer día, pero
ellos, perplejos, deseaban saber qué quería decir. Esta falta de
comprensión los dejó enteramente desesperados en ocasión de su muerte.
Quedaron amargamente chasqueados. Su fe no traspasaba las sombras que
Satanás había arrojado a través del horizonte de ellos. Todo les
parecía vago y misterioso. Si hubieran creído las palabras del
Salvador, ¡cuánta tristeza hubieran podido evitar!" (HAp 21).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. En algunas ocasiones, ¿Es bueno
ser escéptico, como lo fue Tomás? ¿Cómo sabemos cuándo es apropiado
dudar de algo?
2. ¿De qué modo sabremos si el
dolor que hay en nuestras vidas es algo que Dios permite que ocurra con
el fin de enseñarnos algo? ¿Necesitamos realmente saber esto? Tal vez
sea suficiente, sencillamente, pedirle al Señor: Si el dolor,
cualquiera que sea su causa, no desaparece, ¿podrías por lo menos
permitirme aprender algo de él?
3. Si alguien te pide que presentes
evidencias de la resurrección de Cristo, ¿qué le dirías?
RESUMEN: El poder de la
resurrección no sólo nos convence de que la historia de Jesús es
verdadera; nos convence de pecado, y proporciona la base para una relación
viva y vibrante con Jesús. No hay nada como la paz que proviene de
estar totalmente comprometidos con su voluntad. Nada se compara con el
gozo que experimentas cuando tu conciencia está limpia. El cristianismo
ha perdurado por dos mil años porque nada puede compararse con la clase
de vida que se experimenta cuando se posee esta relación viva con
Jesucristo. Es posible aparentar, y a eso llamarlo cristianismo. Pero lo
genuino es lo más grandioso. ¿Por qué contentarse con menos?
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